Se paro
frente al espejo.
Observo con
detenimiento la peculiar marca roja que le rodeaba el cuello y gran parte de
las mejillas, sonrió.
El extraño
y placentero ardor que sentía entre las piernas le hizo recordar el roce de la
tan cuidada barba recorrer sus muslos y adentrarse en su vientre, para así, con
la lengua larga y a veces viperina, saborear la jugosa dulzura de su sexo.
Curiosamente,
el espejo descarado se atrevía a decirle bajito al oído lo maravilloso que se
sentía descansar la cabeza en el asombrosamente peludo pecho de su amante
calvo.
Saciar el
hambre de carne bajo su ombligo era sin duda una de sus comidas favoritas,
morderle la sensible piel chocolatosa se podía volver un vicio, un pecado,
gula.
Analizo sus
piernas cortas, notando marcas de dientes y saliva aun fresca debajo de sus
rodillas, ese hombre era un salvaje, pensó para sus adentros, pero le encantaba
la forma tan posesiva que tenia de mordisquearle las piernas blancas y flacas,
abriéndose paso a la fuente de sus sueños.
Recordó el instante en el que al decirla las
palabras mas indecentes la penetraba, haciéndole olvidar todos los cuentos que
habitaban en su imaginación, enterrándole las uñas en la espalda pecosa,
deseando en ese momento, estar frente al espejo, como ahora, para ver la perfección
de los movimientos de sus cuerpos, imitando las olas del mas turbulento mar.
4 comentarios:
Emmmm, pues me he quedado sin palabras...
Un auténtico Abi Durán... :)
Besos!!!!
Bel
Estuve buscando tus escritos, y sí quedé más que satisfecho con todo lo que leí tuyo, me encanta cuando escribes así...
Gracias!!!!
Gracias!!!!
Publicar un comentario