37,38,39,40 de 100 sonetos y un suicidio

XXXVII

KIRA MIRO

Kira Miro a mí nunca me mira,
cuerpo perfecto,pecado con falda,
quien fuera marinero de Altamira
para surcar los surcos de su espalda.

Tus lunares arrabales del deseo
son la pizca de tu morbo y tu belleza,
la musa virginal del más ateo
desmusa la verdad de mi tristeza.

Kira es de mentira,no puede existir,
un ángel sin alas,eterno elixir,
miro sus piernas y nunca terminan,

Kira baila e inspira mis sueños,
novia de todos, esposa sin dueños,
Isla Canaria de mi retina.

XXXVIII

ARCÁNGEL SAN GABRIEL

Arcángel San Gabriel que nos aguardas
de no caer en la trampa más tramposa,
eterno amor fugaz bajo las faldas
de la prima más hermana de tu esposa.

Sensata sensatez de mi locura,
quisé morir y contigo me entretuve,
alhaja brillando entre basura
buen padre serás del que no tuve.

Se burla de la angustia con un chiste,
se olvida de llorar cuando anda triste,
barre penas pisando a los socorros,

baila con el miedo,sube a la gloria
y encandila besandola en los morros
para siempre al amor de su Victoria.

XXXIX

OPORTO

Oporto capital de cualquier parte,
hermana de Lisboa despeinada,
pronombre personal del verbo amarte,
espalda de Madrid desabrochada.

Oporto tiene sed y nunca bebe
el vino sonrosado que cosecha,
tormenta atormentada que no llueve
en su ruina tan vital y tan desecha.

Marinera al andén de algún tranvía,
Pessoa se olvidó de su poesía
con un fado desahogado del te quiero,

raízes de semillas españolas,
coplillas a la vera de las violas,
nostalgia sobre el mar del río Duero.

XL

MÁLAGA

Málaga apostólica nazarena
con mar bella de estrellas estrelladas,
abeja Malaya de la colmena,
Señoras de Aviñon encarceladas,

Su viento baila al clavel en volantes,
vendaval de luz, farol de la Farola,
escenario ideal de los amantes,
morena sirena en bata por cola.

Eres ciudad de todas las ciudades,
el alma baila en tus fiestas de Verdiales
siguiéndole la pista a mi gitana,

desteñido borrador de mi memoria,
feria de Agosto,juventud en noria
desde Almería a costa gaditana.

Rubén Anyolini