El Cubiculo V - Unos y Ceros



Unos y Ceros
Solo eso son
Simples números codificados
Pero en esta ocasión son lo peor que mis ojos han visto

Simple, corto, malvado, pesado
"Venga a mi oficina por favor"
Nunca en mi vida habría pensado que tal oración significaría tanto
Maldito el, malditos unos y ceros

Si tan solo no existieran
No estuviera en esta situación precaria
Mi vida, mi futuro pende de un hilo
Todo por unos malditos símbolos numéricos

Sentado helido me encuentro
Con una presión en el pecho cada vez más aparente
Un sentido, como una premonición ominosa invadiéndome
Que ira a pasar, que ira a suceder?

El mundo se perdió en una sombra enorme
Ya la realidad era nada más un paralelo a lo que yo existía
Era nada más yo y mis dudas punzantes
Todo lo demás era insignificante y  trivial

Saliendo del estado vegetal de mis dolores mentales vi su oficina
Qué asco, tener que dialogar con eso que se hace llamar humano
Que dolor tener que involucrarlo en una línea de pensamiento
Sin embargo era un mal necesario, el no hacerlo me destruiría

No me había percatado que el tanto debate interno
Había hecho al día avanzar
Éramos solo el y yo en todo ese lugar
Solo el y yo, en un dialogo inútil por comenzar

Mi marcha de quince pasos a ese lugar fue maratónico
Cada marca de cercanía me llenaba de más ansiedad
Ya mis ojos borrosos al ver el contorno de su imagen
Por fin estoy sentado, frente a él, envuelto en sudor

Empezó con un simple saludo, bañado en hipocresía
"Hola, como esta?"
Con que cara me ofrece tal hermandad
Yo bien se sus intenciones, como disfruta el verme sufrir

Siguió hablando, pero ya sus palabras eran mudas
De su boca salían gusanos, sus ojos eran moscas
Era el rey de lo podrido, el maestro de lo fétido
Debía dejar de existir

Inspeccione su oficina, tal vez algo me podría ayudar
Y si que lo hizo! Una pequeña navaja para abrir sobres!
Maldito ahora veras, nunca más tu putrefacción corromperá la vida!
Con esa promesa pensante me lancé hacia el

La pequeña navaja falsa se incrusto en su pecho dos veces
En su sorpresa no supo reaccionar o decir algo
Qué bueno porque ahora su lengua está en su pecho,
 Y sus ojos en mis manos

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