A falta de
mejores ideas y un cuaderno nuevo, también recurro al reciclaje. Rehúso las
palabras de ayer que fueron para otro y hoy te las cuelgo a ti. No te
preocupes, llevan el signo de no retornable. Así de útiles fueron. Igual servirán
ahora. También puedes dividirlas si quieres. Algunas seguro te darán ánimo,
otras sin duda irán al bote de lo inorgánico. Ponte listo y sepáralas bien.
Tampoco
son muchas, no creas que me gusta desperdiciar. Apenas las suficientes que el
alcohol alcanzó anoche a sacar, porque ya estaban a punto de convertirse en un
verdadero reguero de aes, emes, oes, eres y demás.
Puedes tenerlas, botarlas, recogerlas de
nuevo si te nace, ni siquiera podrán magullarse. Lo que no puedes ni debes
hacer, es rehusarlas tú. No se vale. Ya fueron de alguno, tal vez eras tú
mismo, hoy fueron para ti quizá otra vez, pero el reciclaje no alcanza en
botaderos ajenos. Aún no me da para la miscelánea.
Si te place ponlas bajo la
luna toda la noche, si no, mañana bótalas muy temprano. No pasará nada. Se irán
de nuevo, sin lograr nada. Sin contestarse ni transformarse, pero sin molestarse ni perder un
ápice el sentido del que ya mismo carecen. No te preocupes, entenderán si quieres leer
algo peor.
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